Son numerosos los buenos hábitos que pueden impulsarnos en nuestra carrera profesional o simplemente en nuestras actividades diarias. Motivación, organización, orden, responsabilidad e incluso nuestra postura… Hoy, quedan obsoletas esas ideas de llenar nuestra agenda con un sin fin de tareas para obtener el reconocimiento y demostrar nuestra capacidad y rendimiento. Y es que la comunidad científica equipara la importancia de la introducción de las pausas y descansos a las horas de práctica. En este contexto, es interesante mencionar el estudio del neurofisiólogo Nathaniel Kleitman, donde revela que típicamente no es posible mantener nuestra atención en una tarea más allá de 90 minutos. Transcurrido este tiempo de concentración y trabajo intenso la cognición se empobrece. Sin embargo, esta capacidad de mantener la atención y la concentración puede ser entrenada, extendida y, nuestro rendimiento, mejorado.
Incremento de la atención
Mayor presencia
Mejoras en la percepción
Mejor gestión de los miedos y las preocupaciones
Gestión emocional más eficiente
Grado más alto de control de impulsos, seguridad, capacidad de liderazgo, -resolución de conflictos.
Mejora de la sociabilidad
Incremento y mejora de las competencias (comprensión verbal, matemática, etc)
Beneficios en la coordinación psicomotriz gruesa y fina
Mayor eficiencia en la gestión del tiempo y de los recursos