El hijo de Katherine Ellison tenía 12 años cuando se le diagnosticó trastorno por déficit de atención con hiperactividad, o TDAH.

Katherine Ellison y su hijo, a quien se refiere como «Buzz» en su libro, tienen TDAH.
Buzz fue diagnosticado a los 12 años.

«Se peleaba constantemente y nunca hacía sus tareas. La relacción con su hermano pequeño iba de mal en peor», dice Ellison. «Así que decidí dedicar un año para probar diferentes soluciones para ver si podíamos hacer algo mejor.»

En los últimos años, más y más personas están acercandose a un tratamiento alternativo llamado neurofeedback, un tipo de terapia destinada a enseñar al cerebro a mantener la calma y concentrarse. El Neurofeedback no es caro, consume poco tiempo y cada vez hay más pruebas de que puede ayudar.

Ellison dice que la idea del Neurofeedback la atrajo inmediatamente.

«Siempre tuve dudas sobre el uso de medicamentos como un solo tratamiento y por mucho tiempo, parecía ser una alternativa interesante Es realmente como la meditación en los asteroides,.», Dice Ellison, una periodista que ganó un premio Pulitzer internacional – y quién sufre TDAH en sí misma.

Ellison ha escrito un libro sobre la vida con TDAH llamado BUZZ: Un Año prestando atención. Y un capítulo del libro está dedicado al neurofeedback.

La formación del cerebro

Ellison dice que ella intentó la meditación, pero su mente seguía vagando. Neurofeedback es mejor para las personas con TDAH, dice, ya que proporciona una retroalimentación constante durante una sesión, que normalmente se realiza en la consulta de un terapeuta.

Las personas suelen sentarse en una silla frente a una pantalla de TV. El ordenador está conectado a electrodos aplicados al cuero cabelludo. El software especial monitoriza la actividad eléctrica en el cerebro. En particular, se mide patrones rítmicos conocidos como ondas theta y beta.

Los defensores de neurofeedback dicen que estos patrones revelan cuando el cerebro está en un estado centrado y activo. Por lo que el software del ordenador, busca los patrones de ondas cerebrales deseables y cambia la imagen en la pantalla para que la gente sepa cómo lo están haciendo.

La imagen que funcionó mejor para Ellison mostró un campo.

«Cuando mi cerebro respondió la forma en que se suponía que era, el campo podría estallar en color. Oía canto de los pájaros y las flores hermosas volvían a florecer», dice ella. «Pero cuando me he distraído o cuando aumentaron la velocidad, las flores se marchitaban. los colores se volvían grises, y me así sabia que tenía que trabajar un poco más duro.»

Al principio, la gente no puede controlar sus patrones de ondas cerebrales, al menos no de manera consciente. Pero con el tiempo, sus cerebros consiguen a asociar ciertos patrones con imágenes o sonidos agradables – una recompensa por su buen comportamiento.